martes, 20 de julio de 2010

Cosas que un día dije

Y que aun sigo pensado:

El respeto es una cosa muy bonita.
El respeto entre personas que se quieren o que se han querido. O personas que no saben como decirse que ya no se quieren.

Como cuesta admitir que se acaban las cosas. Puede que sea porque el amor es como la energía, ni se crea ni se destruye. Solo se transforma.
Llega un momento en que queremos mucho a una persona, mucho. Pero ese sentimiento es ahora el sumatorio de todos esos recuerdos bonitos de todos los momentos vividos, no se parece al entusiasmo del principio y tampoco nos podrá llenar nunca más. Pero esta.
De una forma sutil casi imperceptible.Pero esta.

Por eso nos cuesta admitir que llega el momento de seguir caminos diferentes.Y como nadie quiere ser el asesino que pronuncie lo que todos están pensando, Las relaciones mueren lentamente.
Como arroyo sin afluente, que reavive su caudal.

Por El Respeto A Lo Que Un Día fue Fuimos fuisteis fueron

viernes, 9 de julio de 2010

Simplemente Gracias

Aunque no es algo tan simple.

No es pasión ni afición de mi padre ni lo fue nunca. Y aunque él apenas recuerda como empezó todo, con el tiempo y al tratar de proporcionarme a mi aquello que más feliz me hacía se fue convirtiendo en algo nuestro.

Yo, por mi parte, me esforce al máximo y aun sigo haciendolo, nunca me parecio correcto recibir tanto a cambio de nada.

Y ahora que después de tanto llorar y tanto reir, despues de momentos buenos y malos, sustos y alegrias veo las cosas con algo más de perspectiva no puedo hacer otra cosa que sonreir al ver esta fotografia que no es más que una prueba más de que mi padre, casi sin darse cuenta o sin apenas pretenderlo es el mejor padre que se puede tener.

A las pruebas me remito. Gracias Papá.

lunes, 5 de julio de 2010

Estafas de cafetería

Hace ya un tiempo que sucedió esto pero no fue hasta ayer que me reencontre con las pruebas del delito guardadas en la memoria de mi telefono movil.


Mi madre tiene la tierna costumbre de traerme las chocolatinas o galletitas que regalan en las cafeterías de bien (una expresión que siempre me hizo gracia: de bien, como si el resto fueran del mal o satánicas) con los cafes en las cafeterías para que me las coma yo. Cuando era pequeña era algo que me hacía ilusión, porque para los niños cualquier cosas azucarada por pequeña que sea es motivo de alegría; ahora no es más que uno de esos gestos que se hacen bonitos productos de la costumbre y por aquello que evocan.


La ultima vez que mi madre me trajo uno chocolatina de esas hizo que me diera cuenta de que racanos los hay en todos lados y que cuando la crisis aprieta el ingenio, la picardia y la ranciedad se adueñan de las neuronas de los fabricantes de estos pequeños comestibles.



Efectivamente, lo que a través del papel que la envuelve parece una chocolatina de un tamaño humilde pero sincero se convierte en una estafa.


Ese enorme socabon en el chocolate no es un adorno, su razon de ser es que por cada dos chocolatinas a las que las quitamos el 50 % da para hacer otra.


Me da igual que la chocolatina sea pequeña, no soy ninguna obsesa del chocolate. Pero me ofende la estafa, el hecho de que mantuvieran los bordes de la chocolatina altos para que el envoltorio se tensara y pareciera grande.


Y ahora que las chocolatinas que acompañan al cafe ya no son lo que prometen me encuentro perdida y no se de que fiarme. Comienzo a cuestionarme que lo que tomara mi madre fuera cafe y no agua y barro como hacia yo de pequeña con mi cocinita de juguete.

Desde luego eso reduciria gastos.