Me distraigo con facilidad. No me
malinterpretéis, soy capaz de fijar mi atención e incluso hacer varias cosas a
la vez fiel a mi condición de mujer. Pero tengo la habilidad de
distraerme y abstraerme a partes iguales, con relativa frecuencia.
Camino de algún sitio, en el
autobús, estudiando en la biblioteca (en esta situación es con la que mayor
frecuencia se produce, no se sabe por qué), suele suceder cuando estoy sola o
en soledad relativa (cuando aun estando rodeado de gente, estás solo) pero ha
llegado a suceder cuando estoy con gente e incluso metida en algún tipo de
actividad o conversación, de pronto, aparece un conejo blanco y, como Alicia,
me voy con él.
Un conejo blanco es una persona
desconocida y aleatoria que no sabe que es un conejo blanco. Tienen o hacen
algo que llama mi atención de una manera muy sutil. Y mientras miro con disimulo a esa persona pasar fugazmente por mi día, mi imaginación calienta en la banda.
Y se dispara. Empiezo a imaginar quien es, de donde viene y a donde va. Por
qué lleva ese sombrero o porque anda así, porque tiene ojeras o que lleva en
esa mochila. Porque ríe o porque intenta disimular que llora.
No quiero saber por qué, simplemente imagino por qué.
La mayoría de las veces y, cada vez con más frecuencia,
llaman mi atención aspectos de las personas que me llevan a hacer un diagnóstico
diferencial y pensar que hay detrás y como solucionarlo. Mis conejos blancos
han cambiado y cada vez son más complejos, pero cada vez me llevan más lejos.
Y de imaginar sobre esa persona, paso a empatizar, me coloco a mi misma en otros escenarios o hipotetizo sobre mi futuro próximo.
No se si os suena o jamás lo habéis experimentado, pero os recomiendo que la próxima vez que os crucéis con un conejo blanco, dejéis por un momento la rutina de ese camino hasta el trabajo, esa conversación aburrida y artificial, que salgáis mentalmente de esa reunión o conferencia...
No lo dudéis, abandonad por un minuto la realidad e iros con él.
"Ya se me hizo tarde
¡Me voy, me voy, me voy!
¿Lo ves? ¿Lo ves?
¡Ya son más de las tres!
¡Me voy, me voy! ¿Qué tal? ¡Adiós!
¡Me voy, me voy, me voy!"
¡Me voy, me voy, me voy!
¿Lo ves? ¿Lo ves?
¡Ya son más de las tres!
¡Me voy, me voy! ¿Qué tal? ¡Adiós!
¡Me voy, me voy, me voy!"
(Alicia en el País de las Maravillas)