La otra cara de la madera

Hoy, no se por qué, he acabado hablando con un compañero mio de cosas que nos daban miedo cuando eramos pequeños. Y cuando digo que no se porque me refiero a que desconozco porque el tema de la conversación se fue por ese rumbo y no a que desconozca porque hablaba con esa persona, no nos liemos.

En mi corta, pero intensa vida, he habitado dos casas, un piso durante mis primeros años de vida y una casa los siguientes. Hasta que mi hermana mayor, con la que me llevo 4 años, entro escandalosamente en la pubertad domiamos juntas en una misma habitación.


En el piso mi cama estaba junto a un armario empotrado que no tengo muy claro si sus proporciones eran desorbitadas o simplemente yo era muy pequeña, pero parecia enorme y la madera oscura de sus puertas lo hacia absolutamente terrorifico durante las noches.
Tanto es asi, que dormia de lado en el lado de la cama contrario a donde estaba el armario y vigilando mi retaguardia cada cinco segundos hasta que el sueño podia conmigo.


Al cambiar de casa, me negue rotundamente a volver a dormir cerca de cualquier tipo de armario, comoda o mueble que se les pareciera. Asi, la cama de mi hermana se coloco junto al armario y la mia en el lado contrario.
Parecia que todos mis problemas habian terminado y que me esperaban muchas y largas noches de placenteros sueños sin tener que vigilar mi espalda de lo que fuera que yo imaginaba por aquel entonces que vivia en el armario.
Pero, una noche, tumbada en mi cama, levante la vista al techo y me tope con la expresión más siniestra que habia visto en mi vida, y debo reconocer que todavía hoy no he encontrado nada más siniestro, al menos en un techo.

Se que no veis nada, por eso me he tomado la libertad de hacerle una foto desde cerca y darle la vuelta.

sonrisa siniestra, ojos ojerosos e inespresivos.

Que miedo.