Son las 20.23 según la esquina inferior derecha de la pantalla de mi ordenador, viajo en el autobús de camino a casa después de pasar 12 horas exactas en la facultad.
Estoy cansada, recuesto la cabeza sobre el cristal del autobús y me dejo llevar por esa vibración tan característica de los autobuses cuando paran en un semáforo.
Intento desconectar de la traquea, los pulmones y las pleuras.
Y así es como comienzo a escuchar una conversación que viene desde la parte anterior de autobús.
Cuatro señoras de mediana edad, pero de esa mediana edad que tira a tercera aunque no quiera, charlan.
Son cuatro señoras, con sus bolsas de la compra, tres por señoras, tremendamente cargadas y con un puerro sobresaliendo.
De estos datos deduzco que estas señoras deben de tener los brazos hipermusculados para poder llevar esas bolsas y que probablemente el puerro sea una de esas cosas que con las bolsas de supermercado viene de serie.
Es como un ticket viejo en el carrito de la compra o el medio limon de las nerveras.
Estas cuatros señoras, regresan a sus pueblerinos hogares tras una dura tarde de compras o bien después de haber ido al médico y mantienen un animado debate sobre el jamón York,
compartiendo así con mis curiosos odios su sabiduría popular:
“el jamón York no se puede dejar de una día para otro porque se queda con un gusto avinagrado”
Tras esta alarmante y rompedora información, por turnos cada una de ellas expone cuando, como y donde compran el jamón. Con sus correspondientes causas.
A partir de aquí realizan un cuidadoso estudio de mercado y llegan a la conclusión de que el mejor jamon York es el que vende “Lina” en la carnicería que regenta bajo el mismo nombre.
Todo esto que os cuento os parecerá poco importante, una tontería que escuche en el autobús.
Pero mi pequeña reflexión va algo más allá: lo que para mi es un graciosa conversación entre amas de casa sobre un tema tan poco transcendetal como el jamón York es para ellas un tema importante por el que realmente se interesan.
De pronto, pasarme una tarde entera manejando estructuras proteicas y otra media estudiando los pulmones sobre una mesa de frio metal no me parece tan malo.
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